Si estás leyendo esto es porque, o bien estás sintiéndote un poco desfallecido, o simplemente el color de tu piel ha pasado de sonrosado a un azul cenizo en unos cuantos minutos. No entres en pánico. Simplemente sigue estos pasos uno a uno, es muy importante no saltarse nada aunque no te sientas con mucha paciencia en este momento.
Primero, cierra los ojos. Si para este momento no sabes bien cuáles son o cómo cerrarlos, bastará con que muevas tus manos hacia arriba y adelante, cerca de tu cara, hasta que dejes de percibir la luz. Acerca más las manos hasta que sientas que rozan con algo suave, se llaman pestañas. Ten cuidado de no hacerlo demasiado rápido o quedarás, además de asfixiado, con unos globos oculares irritados y llorosos.
Ahora desliza tus manos hacia abajo, sentirás una protuberancia al pasar: se llama nariz, puede ser grande, pequeña, incluso hay quienes sienten un pinchón con sólo tocarla; en cualquier caso todas tienen al menos un agujero, casi siempre son dos. Recuérdalo bien, volveremos a ello más tarde. Sigue hacia abajo y encontrarás un par de bultos más y después una hendidura que llamamos cuello. Continúa un poco más y llegarás a una zona que se eleva un poco. Hemos llegado al tórax.
Presiona duro el tórax. Sentirás un pequeño dolor. Repítelo con una mano cerca de loa agujeros de tu nariz, si sientes una pequeña brisa lo habrás hecho bien. Ahora intenta reproducir ese mismo dolor_ y la misma brisa_ comprimiendo el tórax por sí solo. Descuida, casi nadie lo logra a la primera. Vuelve a presionarlo si crees que es necesario.
Ahora viene lo más difícil: intenta hacer esto mismo a la inversa. Es decir, en lugar de hundir tu pecho, éste debe agrandarse un poco. Sucederá lo contrario, el aire entrará a través de tu nariz en lugar de salir. Una vez lo consigas, gran parte de tu malestar desaparecerá. Emocionante, ¿no? lo que acaba de entrar a tu tóraz es aire.
Aún no bajes la guardia, el aire que con tanto esfuerzo acabas de conseguir desafortunadamente no sirve por mucho tiempo. Vuelve a repetir el primer procedimiento para que pueda albergar aire nuevo. Es importante que no dejes de realizar ambas acciones, una detrás de otra.
Sé lo que estás pensando: vivir respirando a cada minuto, cada segundo, es mentalmente agotador por no decir tedioso. Pero acabarás acostumbrándote; tanto, que un día podrás hacerlo hasta dormido. Literalmente.
Texto inspirado en las maravillosamente obvias Instrucciones para subir una escalera de Julio Cortázar
¿un día duro?
Hace 3 años.