En la Edad Media se hicieron muy populares los poemas de amor, donde se le rendía un culto casi divino al ser amado. En estos días a esto se le conoce como codependencia. Todos los que hemos pasado por ello sabemos que no lleva a nada bueno. Mientras más dependemos de una sola persona, los cambios de humor se hacen más frecuentes y pronunciados en ambos. Si uno de ellos se encuentra mal, una discusión es la orden del día. Así que la psicología nos dice: no es sano para ti darle el control de tus emociones, menos de tu vida entera, a una persona que tiene sus propios problemas y cargas emocionales. En el mejor de los casos no sabrá manejarlo. En el peor, sabrá muy bien cómo hacerlo: para su propio beneficio.
Ahora bien, la alternativa que nos da es la que me parece dudosa. La ciencia dice: No puedes amar a nadie si no te amas, no puedes respetar si no te respetas, no puedes cuidar si no te cuidas. No entregues el control de tu vida a una persona, ¡controla tu vida! ¡ámate! ¡cuídate! A fin de cuentas, tú sabes mejor que nadie lo que es mejor para ti... o no?
La respuesta es simple. No lo sabemos.
Como una ex adolescente, tengo frescas muchas memorias de mi juventud, y aún conservo algunos recuerdos de mi niñez. Aquella vez en que me resistía a que me sacaran sangre del dedo pulgar. No sabía que era lo mejor para mí. Cuando no quería cambiar de colegio, de un lugar lleno de potenciales pandillas a uno con un nivel educativo mejor, no sabía que era lo mejor.
Bueno, no cuando somos niños, eso es ilógico. Pero por eso tenemos padres, para que nos enseñen cómo vivir. Para que cuando lleguemos a la edad adulta podamos asumir el control de nuestra vida. ¿Cierto?
Creo que anticiparán mi respuesta, o no estaría escribiendo esto. En teoría, ya estamos 'grandecitos' para asumir la responsabilidad de nuestra vida y buscar ayuda en las cosas que no podemos resolver. Pero, ¿y si no queremos hacerlo? ¿Si no tenemos ganas? ¿Cuántos de nosotros seguimos una rutina de ejercicio, aunque sea pequeña, sin importar que no tengamos ganas de hacerlo? ¿Cuántos nos enojamos por cosas que sabemos que son irrelevantes? y, ¿cuántos volvemos a cometer los mismos errores, una y otra vez, a sabiendas que nos hacemos daño?
Creo que no somos tan buenos guardianes de nosotros mismos como a veces nos hacen creer.
De vuelta al principio. En la Edad Media se hicieron muy populares los poemas de amor, donde se le rendía un culto casi divino al ser amado. ¿Por qué fue aceptado en un principio algo que después probó ser tan dañino? Porque era una versión modificada de algo que ya era aceptado. El Culto Divino al Ser Amado. Cambiamos el objeto de nuestro afecto de un Ser invisible e inaudible por uno que podíamos ver, escuchar y tocar. Pero también cambiamos el centro de nuestra vida de un ser Perfecto, amoroso, misericordioso y paciente por el de uno inestable, egoísta y rencoroso, unos en mayor medida que otros. Vaya cambio.
Pensémoslo. Si nuestra pareja fuera siempre paciente, nunca se enfadara, fuera justo, oportuno en decir las cosas, detallista, atractivo/a y además de todo no nos amara por lástima sino con toda sinceridad, ¿no le entregaríamos el control de nuestra vida? más aún si te dice: 'yo estuve en tu lugar y sé cómo ayudarte a que afrontes la vida como yo; no me aprovecharé por ser mejor que tú, sino te enseñaré a cumplir tus sueños' ¿Quién en su sano juicio no escucharía sus consejos?
La codependencia tiene poco sentido. Pero, desde esta perspectiva, la autosuficiencia tampoco me parece una alternativa mucho mejor.
P.D.: Más adelante me extenderé en el tema de ceder el control
¿un día duro?
Hace 3 años.